No hacer nada es una opción, pero arriesgarse es otra también... [Libre]

Era un día como cualquier otro, estaba en mi dormitorio tumbado en mi cama sin tener nada que hacer y solo pensando en sangre y mas sangre, o en leer. Estaba vestido con un traje verde oscuro y una capucha verde puesta en mi cabeza. El cuarto era algo espacioso y no tenía ninguna ventana por la cual entrará la luz, era algo bueno para que no se escaparan algunos. En la mesita de noche de al lado de mi cama habían algunas pertenencias mías, una foto de mi difunto hermano, una navaja y un libro para leer. -Que aburrimiento, llevo dos malditos meses aquí y no he hecho nada que me gustase... dicen que nos ayudaran a curar nuestras enfermedades... ya, pero creo que es mas bien que quieren usarnos como conejillos de indias...- Dije suspirando mientras observaba el reloj del despertador.

Marcaba las doce de la noche, bonita hora para seguir despierto, aunque era cuando la seguridad estaba mas incrementada... por lo que tendría que esperar a que se me presentara una oportunidad para lograr salir y ir a mirar a ver si encontraba algo interesante. Me levanté de la cama y abrí el cajón de la mesita para sacar la navaja, para luego volver a cerrarlo de nuevo e ir a atrás de la puerta poniendo mi oído en ella. No tardé mucho en escuchar como se oían pasas, por lo que abrí un poco la puerta para ver que estaba pasando. Pude observar como un chico con collar negro estaba huyendo de sus perseguidores, debía de ser algún paciente huyendo de los de seguridad.

Esta era la mía, acabé de abrir la puerta para luego cerrarla con cuidado y empezar a andar por los pasillos. Con la navaja en mi mano derecha por si acaso alguien me veía, rajar su garganta y ocasionarle una muerte rápida. No tenía ni siquiera un mapa, por lo que fui andando en línea recta mientras observaba cada rincón de aquel tenebroso pasillo. Una pequeña gota de sudor se asomaba por mi frente, y no, no era porque estuviera asustado, era porque hacía demasiado calor. Noté una pequeña corriente de aire por lo que empece a andar siguiéndome por esa corriente, hasta que al final llegué a lo que parecían ser las oficinas del staff. -Vaya... creo que aquí encontraré algo interesante, ahora solo espero que nadie me descubra...- Dije mientras entraba dejando la puerta abierta y empezaba a mirar por aquel lugar.

Los pasos tranquilos de un vigilante se escuchaban en las instalaciones del hospital mientras que los demás integrantes de su escuadrón junto con algunos de otros corrían por ahí, persiguiendo al parecer a un aislado que intentaba huir. Para eso los habían despertado a medianoche, aunque él ya estaba despierto y saltándose el trabajo como siempre. Con el uniforme desarreglado mas no por eso se le veía mal, sino lo contrario. Llevaba esta vez la guitarra en lugar del violín, había planeado ir a la azotea y pasar ahí la noche tocando, cantando y viendo desde ahí la isla:; pero tuvo que modificar sus planes al escuchar el aviso que se daba cuando alguien intentaba huir.

Tuvo pues que ir evitando tanto al fugitivo como a los perseguidores ya que no deseaba encontrarse con ninguno de los dos porque en ambos casos se vería en la obligación de trabajar. Doblaba casi en cada esquina y cambia de dirección con frecuencia, siempre alejándose del sonido de pisadas hasta que halló una puerta abierta. La reconoció de inmediato por supuesto, eran las oficinas del staff y según lo que él sabía no debía encontrarse nadie ahí a esas horas. Pensó en ignorar aquello, que no era problema suyo se dijo, que seguramente era alguno de los doctores que había olvidado algo y tan solo iba a recogerlo. No funcionó. A pesar de ser un  vago seguía siendo parte de la seguridad ¿no? Aunque nunca le había quedado claro qué debía proteger exactamente.

Llegó hasta la puerta y se recostó en el marco fijándose inmediatamente en el joven que se encontraba dentro, un collar negro lo identificaba como parte del grupo de aislados. Bien podría ser el que estaba huyendo o cualquier otro.

- ¿No deberías estar durmiendo?

Debería haber utilizado un tono mucho más autoritario pero en esos momentos Vincent daba una impresión totalmente opuesta, ligeramente desaliñado, con la cabellera rubia cayéndole alborotada y la guitarra en la mano. Si no fuese por el uniforme nadie pensaría que era un guardia. No hizo ningún intento por acercarse, esperando a que simplemente el otro decidiera irse y acabar con ello fácilmente.

Llevaba una linterna en una mano mientras seguía en ese lugar, iluminando algunos papeles de encima las mesas con todos los nombres de la gente que había entrado y salido del hospital desde los cuatrocientos años. Quizás fuera una trampa para los curiosos, pero había algo que no encajaba, ¿no tenían una seguridad demasiado buena? En ese caso, era extraño que tuvieran que hacer algunas cosas como esa, aunque claro, nunca estaba de mas prevenir. Era una cosa extraña, que en el hospital no hubiera nadie que hubiera salido, quizás ese papel era solo de la gente que entraba, y si era así, tendría que haber otro con la información de la que salía. Seguía aguantando aquella navaja con mi mano derecha mientras esperaba ver si encontraba algo, pero nada y no podía hacer demasiado desorden porque luego lo notarían.

Empecé a coger cada libro que veía y a ojearlo mientras que con una mano lo aguantaba y con la otra iba pasando página, a la vez que me aguantaba la linterna con mi cuello apretándola contra mi hombro. Claramente, deje la navaja en la mesa mientras seguía leyendo los libros que habían allí, aunque ninguno tenía información demasiada importante, solo la lista de los pacientes que habían allí y la lista de enfermedades que uno podía tener. Incluso estaban los nombres de cada personas y los crímenes que cometieron para que estuvieran allí aislados. Entre todos los criminales que habían, yo estaba a saber en que puesto y ponía los crímenes que había cometido en el resto de mi vida.

Entre ellos, había uno del que yo no era el culpable, el asesinato de Kenji Inukawa... eso hizo que la rabia se apoderará de mí al recordar la impotencia que sentí aquella vez. Como el camión atropelló a mi hermanito y paso corriendo, es mas, aceleró nada más notar como el cuerpo de mi hermano chocaba contra su vehículo. -Malditos...- Susurré entre mí mismo hasta que oí una voz, la cual me preguntaba si no tendría que estar durmiendo. Nada más salir de esa habitación intenté coger de la muñeca al joven que estaba afuera y en caso de que pudiera lo intentaría meter dentro del cuarto. Después de eso, le robaría un beso mientras acercaba mi navaja a su cuello para evitar que soltará un grito.

Al parecer había atrapado al chico en medio de algo por como parecía tan concentrado en los documentos que sostenía, el rubio llegó a pensar que quizá ni le había escuchado pero entonces lo vio moverse. Pero no era el movimiento que él había pensado, aquel en el que lentamente quien había sido atrapado dejaba lo que tuviera en las manos, se disculpaba y se apresuraba a salir. No, no fue lo que hizo el aislado. En lugar de eso, se acercó con rapidez a Vincent obligándolo a entrar, no resultó demasiado difícil puesto que el guardia no esperaba aquello aunque casi deja caer su guitarra, lo que sí habría alertado a los demás. Iba a decir “ten cuidado” pero las palabras no llegaron a salir puesto que apenas había separado los labios para hablar cuando estos fueron sellados por los contrarios.

Si antes había estado sorprendido Vincent ahora tenía los ojos completamente abiertos sin lograr entender lo que sucedía, hasta que sintió el filo de una navaja sobre su cuello, solo entonces pudo reaccionar. Sin pensarlo, echó la cabeza hacia atrás, apartándose y al mismo tiempo ponía la guitarra entre su cuerpo y el del joven. Como se mencionó antes, no había pensado realmente en lo que hacía por lo que aquel movimiento no era precisamente el más sensato. Se alejó un par de pasos llevándose la mano que tenía libre al cuello y soltando un breve suspiro.

- Hay otras maneras de callar a alguien…

¿Sonaba a una queja? Pues era una queja, sí, el guardia se quejaba de la manera en que le había tratado un aislado que podría haberlo matado hace apenas unos segundos. Volvió a mirar al joven y luego pasar la mirada los papeles que antes este sostenía, regresó la mirada al joven y a la pequeña arma que portaba. ¿de dónde la había sacado?

- ¿Y bien? tú tienes la navaja y yo la guitarra… ¿qué es lo que buscas?

Mencionó en un principio dejando en claro que estaba desarmado... no era del todo cierto, pero como él no era precisamente dado a utilizar armas bien podía decirse que el aislado tenía en esos momentos la ventaja. Su pregunta era más una curiosidad, aunque también intentaba ganar algo de tiempo hasta que se le ocurriera alguna manera de que ambos pudiesen salir si armar un alboroto en medio de la noche.

El joven estaba sorprendido por mis acciones, aunque ¿quien no lo estaría? después de todo, uno nunca hacía algo como besar a otro para callarlo. Se alejo nada mas notar mi navaja y puso su guitarra delante para luego observarle con mis ojos rojizos mientras observaba como se quejaba, cosa que casi me hizo reír. -Puede ser, pero era lo primero que se me ocurrió... tus labios tienen un buen gusto.- Le dije algo divertido mientras volvía a buscar aquellas cosas que estaba buscando, como por ejemplo las personas que lograron salir del hospital este y de las que ingresaron, aunque había algunas hojas de papel con fallos como la que había encontrado antes en la que se mencionaba que había asesinado a mi hermano cuando no era así.

-Quien sabe, pero una pregunta, ¿has visto salir a alguien del hospital en estos cuatro cientos años que ha estado abierto sin contar las huidas de algunos?- Le pregunté mientras me acercaba al joven y miraba su guitarra, seguramente sería un músico, pero no era bueno confiarse con los guardias de seguridad, sobretodo si eran de ese hospital. Me acerqué al chico mientras seguía sosteniendo mi navaja con la mano derecha. -Ahora es cuando te debes de estar preguntando porque no te mate cuando tuve la oportunidad, la respuesta es fácil, no tendría ningún lugar para esconder el cadáver, aunque si podría torturarte y asegurarme de que no dijeras nada, o los dos callarnos y no sufrir nada.- Le dije a aquel chico, el cual si era listo, sabría que tenía razón.

Seguramente tendría un poco de tiempo, mientras las demás personas buscaban al otro aislado que se había escapado, así podría seguir buscando información. De entre todos los libros, hubo uno que me llamo la atención, estaba debajo de una gran pila de libros y parecía algo polvoriento. Saqué el libro como pude de esa montaña de libros intentando no hacer ruido, mientras aguantaba el mango de la navaja con mis dientes, la linterna con mi cuello apretándolo a mi hombro y con la izquierda lo aguantaba, mientras con la derecha pasaba las páginas. Había un montón de números y una frase que me llamó la atención, "el gobierno nos da presupuesto para los experimentos que se realizan". Si era de verdad eso, entonces no tendría que preocuparme, mientras no muriese me daba igual. Dejé el libro y la linterna en donde estaba y agarré mi navaja para acercarme al otro chico, no iba a matarlo aún, pero si que quería divertirme un rato. -Tengo ganas de divertirme, hace tiempo que no pruebo la sangre...- Dije relamiendo mis labios mientras me iba acercando cada vez mas al joven de la guitarra mientras mi navaja seguía estando en mi mano derecha.

Un leve tono rosa apareció en las mejillas de Vincent en el momento que oyó el comentario del chico de ojos rojos. Mentalmente se regañó a sí mismo por aquella reacción que sin duda no era la correcta en la situación en que se encontraba, se dijo que debería replicar algo, enojarse, pero al no poder hacerlo se limitó a soltar un suspiro agachando un poco la cabeza con el objetivo de que el otro no notara el rubor que tenía. No estaba completamente seguro de que le hubiese visto puesto que apenas habló el aislado se volvió a los documentos que hace un rato revisaba. Sinceramente, el rubio no tenía idea de cuál era el contenido de aquellos documentos exactamente por lo que tampoco tenía idea de cuan importantes podían ser, aunque la importancia que él les daba era casi nula. Aun así debía detenerlo al joven, lo sabía, pero antes de que pudiese hacer algo el otro le hizo una pregunta.

- ¿Salir? Muchos en mi escuadrón salen de la isla en ocasiones, para fiestas y eso, pero no he visto salir a ningún interno.

Contestó simplemente porque sí, porque las palabras salieron de sus labios antes de que si quiera considerara si debía dar una respuesta.

- Claro que eso es lo que he visto en los meses que llevo aquí. No soy inmortal ni nada parecido como para saber lo que ha sucedido en cuatrocientos años.

Terminó por decir mientras se sentaba sobre un escritorio como si se encontrara en su casa. Pero mientras que él hablaba el aislado se le había acercado, con la navaja en la mano y ahora le hablaba de algo diferente. Lo miró algo sorprendido pues la verdad era que no, él no había pensado en nada de eso.

- ¿Qué no debería preocuparte el collar negro que llevas? ¿acaso no te explicaron para que es cuando llegaste?

Desde el punto de vista de Vincent, la razón del chico para no matarlo debía ser el collar negro, aquel por el que identificaban a los aislados y que era una amenaza muda y permanente para ellos, que les decía que sus vidas podía ser arrebatadas en cualquier momento. Si no se equivocaba, algún guardia les explicaba eso al llegar ¿o no? Él nunca lo había hecho pero sin duda debían hacerlo ¿verdad? Pero cuando salió de sus pensamientos se encontró con que el joven había vuelto su atención a otro libro. Con un suspiro, el rubio se lo iba a quitar de las manos, pero para entonces el otro ya lo había vuelto a dejar en su lugar.

- En serio ¿no es hora de que regreses a tu habitación?

Dijo con una falta de emoción que dejaba en claro lo poco que se preocupaba realmente por hacer bien su trabajo, mostrando claramente como estaba ahí solo por cumplir con una obligación que, lastimosamente para él, no había podido dejar a alguien más. Al escuchar las siguientes palabras del pelinegro apenas hubo un cambio en su expresión, apenas un suave movimiento de ojos al afilar la mirada sin que llegase a resultar en un verdadero gesto de enfado.

- Y deberías continuar sin probarla.

Ignorando como se relamía el chico detuvo su acercamiento con la cabeza de la guitarra.

- Ni se te ocurra dañarla, no me resultara fácil encontrar una aquí.

Advirtió en un tono que no convencería a nadie de hacerle caso.